Ortorexia: La “enfermedad” de preocuparse en exceso por la alimentación saludable
¿Habéis oído hablar o leído sobre la ortorexia? Se supone que es un “trastorno” por preocuparse demasiado por lo que comemos. De manera paradójica no es ninguna enfermedad y como tal no está incluida en ninguno de los manuales oficiales de afecciones.
El término fue acuñado por el médico norteamericano Steven Bratman y viene de las palabras griegas orthos, que significa correcto y orexis, apetito y quienes lo sufren son pacientes con una vulnerabilidad psíquica previa que hace que “se tomen demasiado en serio” la máxima de una alimentación saludable. Pero eso de que para padecer el supuesto trastorno hay que tener antecedentes suele obviarse ampliándose así el espectro de posibles candidatos a estar “enfermos”.
Una de las llamativas repeticiones que se producen en torno a la ortorexia es la de relacionar el “patológico” comportamiento de los ortoréxicos con el consumo de alimentos ecológicos. Teniendo en cuenta que los ortoréxicos no existen dado que esa enfermedad no es tal… Y es que los “pacientes” con ortorexia nerviosa -he llegado a leer- están preocupados por la calidad de los alimentos.
Qué frikis, pobres ignorantes, no entienden que lo que es mentalmente sano es no preocuparse por lo que uno come, aceptar de manera acrítica el credo de que somos omnívoros y que eso quiere decir que podemos comer de todo, todo tipo de… guarrerías, sin inmutarnos. Es decir, que si lo que deseas es comida de verdad estás enfermo. Pero bueno, ¿quién se ha vuelto loco aquí?
La ortorexia no está incluida en el Manual de Diagnóstico y Tratamientos de los Trastornos Mentales, el famoso DSM -que va por su quinta edición- y se considera la “biblia de la psiquiatría”, un cajón de sastre de síndromes y enfermedades de la mente que cada vez que se actualiza incluye novedades y está muy influido por la industria farmacéutica y en concreto por los fabricantes de psicofármacos.
Como el concepto es completamente nuevo, sólo existen dos estudios aprobados para el diagnóstico de la ortorexia. Uno es el cuestionario ORTO-15 descrito por Bratman (el inventor del concepto) en 2001.
Este se basa en los hábitos de alimentación con especial atención a las opciones entre alimentos que se consideran normalmente “saludables” y los no saludables. Otro es el cuestionario de Donini de 2005, en el cual, hace una combinación del ORTO-15 y el Inventario Multifásico de Personalidad de Minnesota o MMPI (por sus siglas en inglés: Minnesota Multiphasic Personality Inventory). Esta es una de las encuestas de personalidad más usadas en el campo de la salud mental.
Su diseño está abocado a la identificación del perfil de personalidad y la detección de psicopatologías, basado en el concepto de que la ortorexia nerviosa es un trastorno que se caracteriza por una combinación de comportamientos fóbicos al comer y rasgos de personalidad obsesiva, la presencia de ambos diagnosticarían la ortorexia.
Para no estar incluida la supuesta dolencia en el DSM, el cuestionario del médico que inventó el concepto se parece mucho, pero que mucho, a los criterios diagnósticos que muestra el DSM para algunas de las enfermedades catalogadas como tales en el mismo que son de lo más polémicas. Para muestra un botón:
Dedicar más de tres horas al día a pensar en su dieta sana“.
Siempre me ha hecho gracia eso de compartimentar por horas para llegar a un diagnótico médico. Se entiende pues que quien dedica dos horas, 59 minutos y 59 segundos diarios a ello no está “enfermo” pero sí quien lo haga dos segundos más. Pues vale.
En un reportaje de eldiario.es titulado Más allá de la anorexia: diez trastornos alimentarios de los que no has oído hablar, se publica que la ortorexia es un
trastorno de tipo obsesivo en el que la persona se ve impelida a cuidar al máximo su dieta diaria, solo consumiendo los alimentos que considere saludables. Pero esta etiqueta de ‘saludable’ la coloca la propia persona de una manera parcial y subjetiva, sin que necesariamente el alimento ingerido sea el adecuado. Así el ortoréxico puede creer a pies juntillas en las más estrafalarias dietas, o inventárselas con motivaciones irracionales, siempre en busca de una dieta ‘saludable’ y huyendo de la obesidad. Sin embargo, lo que la persona busca en la dieta es un equilibrio psicológico que nunca alcanza, puesto que no es el origen del conflicto. La ortorexia puede crear graves desarreglos nutricionales si se prescinde de alimentos esenciales”.
Y nos introduce en el conocimiento de desarreglos alimentarios que seguro que nunca o casi nunca has oído o leído: potonimia, pregorexia o pica. Llama la atención lo de ebriorexia o alcoherexia, adolescentes que pernoctan y beben mucho alcohol, pero que también están preocupados por su aspecto físico. Consiste en dar por válidas las calorías que aporta el alcohol y creer que pueden sustituir a la comida, lo que en inglés se conoce como el liquid lunch.
Si la persona es bebedora frecuente, entrará en un círculo de desnutrición que puede causarle desde la caída del pelo a problemas dentales por falta de determinadas vitaminas, pasando por episodios de bulimia con vómito, a causa de la ausencia real de alimento. Antes se salía de juerga a “pillarse el pedo” y si te pasabas de frenada con el tiempo podías ser alcohólico, vaya que sufrías una enfermedad real llamada alcoholismo; ahora parece que se hila más fino.
No me deja tranquilo que se trate en ese reportaje el Trastorno por atracón porque el éxito obtenido con su inclusión en el citado manual de enfermedades mentales DSM -sí, pasarte con la ingesta de comida “es oficialmente” una enfermedad psíquica- puede ser la antesala a reconocer como enfermedad la ortorexia. Y es que el denominado Trastorno por atracón, que viene a ser ponerse morado a comer (a ver qué va a ser ¿recuerdas la comunión de la niña o la última nochevieja?), en eldiario.es le dan un toque más técnico:
Una suerte de bulimia episódica en la que el afectado se harta de comer y después pasa a un periodo de restricción alimentaria casi absoluta para compensar su sentimiento de culpabilidad. Pero tras la restricción, regresa el hambre atroz y un nuevo atracón”.
Bueno, pues eso, que pasarse de comer hace ya tiempo que es una enfermedad y puedes ser diagnosticado como tal, con el estigma que ello conlleva en nuestra sociedad y lo que es peor, que pueden atiborrarte a medicamentos peligrosos para “curarte” de una dolencia que no padeces.
E incluso “a ti borrarte” del mapa pues se entra así en una rueda macabra que uno conoce el comienzo pero no el fin.
Y si te preocupas “en exceso” porque tu alimentación sea saludable pues también puedes llegar a estar enfermo. Será que la cuestión es que todos estemos enfermos de algo para vendernos algún tratamiento.
¿Qué quieres que te diga? ¿Se supone que eres periodista? Entiendo que los periodistas escriban artículos sensacionalistas para “vender” con sus titulares: así la mayor parte de los artículos son bastante vacíos.
Desde luego, ningún tipo de trastorno se basa en un solo síntoma, sino en un conjunto, algo más global. Si no fuese así, todos los entrenadores serían vigoréxicos o los nutricionistas unos obsesivos de la comida.
Luego cada persona es un mundo y el grado en el que se encuentra. El problema viene cuando la persona se niega a comer cualquier tipo de alimento del que no sabe su procedencia por no ser bio, no va a celebraciones por el mismo motivo y su vida gira en torno a la comida sana de manera obsesiva.
De la misma manera, puede haber algunas personas que intenten mejorar su alimentación y digan que tiene que ser un 100% sano o si no nada y cuando un día no lo pueden cumplir, se dan un atracón de comida basura… No sé, ejemplos hay mil.
Lo del alcoholismo, tres cuartos de lo mismo. Yo misma recuerdo haber tenido esos pensamientos: pero tenía ¿15 años? Tú mismo… El problema es cuando no puedes pasarte un día sin beber, incluso tienes que ir al trabajo bebido o desayunas alcohol, por ejemplo.
Lo que quiero decir es que no hay que quedarse en la superficie. Lo que a ti te hace gracia, puede ser un problema para otra persona.
Si que es verdad que hay una cierta obsesión con ponerle nombre a todo, etiquetarlo todo y hasta de crear a la gente problemas que no tiene… pero
Me imagino que lo que buscas es la controversia, un debate a favor o en contra… pero la solución pasa por educar, normalizar, no dramatizar y dar soluciones… no reírse de los problemas ajenos.
Ana, tómate una tila. O un chupito de agua del Carmen. A ver si así dices algo coherente!!
Quien pretende causar controversia no es Miguel sino el tipo ridículo y absurdo que ha inventado semejante estupidez: la ortorexia.
Así pues, yo me declaro profundamente “ortoréxica” desde hace 9 años. Siempre he seguido una dieta saludable y debido a sendas enfermedades físicas los médicos me aconsejaron consumir sólo productos ecológicos y eliminar gluten y lácteos. También soy alérgica al alcohol y a algunos frutos secos.
Mi salud física ha mejorado notablemente con este cambio de dieta aunque según esto psicológicamente debo estar para ir al psiquiatra… Jajaja!!!
Dónde se ha visto que preocuparse por la nutrición o lo que uno se mete dentro del cuerpo (aunque no esté enfermo) se pueda considerar una patología psicológica? Por qué no se preocupan por la gente que se alimenta desastrosamente ? Quizás porque por lógica éstos acabarán tomando más fármacos que los que nos nutrimos saludablemente?
Y digo yo…no podría haber conflicto de intereses entre el “creador iluminao” de la ortorexia versus las empresas de comida basura, bebidas azucaradas, pesticidas, transgénicos y farmacéuticas? Y ya de paso también con los colegios de psicólogos y psiquiatras?
Viendo como funciona todo…verdad, Dr. Baselga?
Un abrazo Miguel !!