Sentencia para cientos de mujeres dañadas por mallas vaginales (¿y Essure?, ¿y prótesis PIP?)
Los implantes de malla vaginal no han parado de dar problemas. Desde que empezaron a ponerse a mediados de los años 90 del siglo pasado, estas prótesis que se utilizan para tratar en las mujeres la incontinencia urinaria y la “caída” de órganos pélvicos tras el parto, han causado daños en miles de féminas. Ahora una sentencia judicial en Australia les da la razón.
Cuando se introdujo en 1998 como un nuevo tratamiento quirúrgico para la incontinencia urinaria, el cabestrillo de malla de polipropileno fue aclamado como un remedio fácil y rápido para las mujeres y fue adoptado con entusiasmo por los cirujanos. Veinte años más tarde, en medio de las afirmaciones de que ha dejado a miles de mujeres en todo el mundo dañadas y de manera irreversible, las mallas vaginales se encuentran en el centro de una tormenta de protestas.
La clave está en que, como ocurre con tantos otros productos sanitarios, su introducción en el mercado se hizo de manera forzada, con muy pocas pruebas de su eficacia y seguridad y por ello están cada vez más cuestionadas.
Hasta el punto de que en Australia se ha producido una sentencia judicial que beneficiará a más de 1.350 mujeres.
La demanda colectiva contra Johnson & Johnson (J&J) han ganado por “engañar a pacientes y cirujanos” sobre los riesgos de los implantes de malla pélvica, usada sobre todo para la reparación transvaginal del prolapso de órganos pélvicos (POP).
El tribunal federal de Australia ha reconocido que la empresa farmacéutica había vendido los dispositivos sin advertir a las mujeres sobre la “gravedad de los riesgos” para su salud y por ello deberá de pagar los daños a las que se han visto abocadas las pacientes. La cuantía de la indemnización no ha trascendido (o yo al menos no la he encontrado) pero en octubre, J&J acordó pagar casi 105,5 millones de euros (117 millones de dólares) para resolver reclamaciones en 41 estados de EEUU y el Distrito de Columbia.
Es un caso indéntico al del anticonceptivo permanente de Bayer marca Essure. Fabricantes que no advierten de manera correcta de los peligros que pueden ocasionar sus productos. Essure, ya retirado del mercado por sus efectos secundarios, se vendía como un método rápido y no quirúrgico para esterilizar a las mujeres.
Así lo reconoce la propia FDA que permitió que se pusiera en el mercado sin las suficientes pruebas de seguridad. Luego rectificó y exigió a Bayer más estudios, cuando ya era tarde y la marca alemana dijo que por asuntos relacionados “con lo económico” dejaba de producir el anticonceptivo.
Hay pruebas objetivas o hechos probados que indican un defecto de información o de producto. En España las administraciones pasan la patata caliente de estos temas a las sociedades científicas o de médicos, éstos, a su vez, apoyan siempre al laboratorio porque la mayoría reciben dinero de los mismos y el laboratorio tiene una estrategia de “todo ha sido perfecto y el producto es perfecto, el problema es de las mujeres”, a quienes por defecto les pasa siempre algo que no tiene que ver con el producto.
En USA, Canadá y Australia los fiscales y los jueces ayudan más a las mujeres en este tipo de casos. Esperemos que en España tomen nota. Nosotros en el abogamos por una fiscalía especializada en daños a la salud por productos y/o servicios.
Esto del Essure recuerda mucho también el caso de las llamadas prótesis PIP, de silicona. Con la “celeridad” que la caracteriza la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) recomendó hace unos años que las mujeres que lleven en sus pechos prótesis PIP se las retiren.
¡A buenas horas! Cuando ya estaba todo “el pescado vendido”, el producto fue retirado del mercado en el año 2010 y el fabricante de las mismas esperaba en Francia la sentencia de los jueces por los daños causados.
Las empresas, Bayer y J&J son un buen ejemplo, no están informando sobre los riesgos de sus productos sanitarios. Y lo hacen sistemáticamente, no son hechos aislados como llevamos años advirtiendo. Y no menos grave es que las agencias reguladoras les permitan esta pseudociencia y sea cuando aparecen los daños cuando intervienen (por lo general con cautela para no molestar los negocios de estas megacompañías).
Triste pero esta es la historia de muchas pseudoterapias que cuentan con el aval de la oficialidad. Otra conclusión es que existe una “feminización” de los daños provocados por medicamentos y productos sanitarios; las mujeres son en mayor medida víctimas de la iatrogenia (secuelas causadas por los sistemas sanitarios).
No sabía de la existencia de estas mallas hasta que me linkearon tu artículo. Por suerte ni mi ginecólogo ni mi urólogo tampoco ya que tengo una contractura en la vejiga. Si alguno llega a sugerir su uso en vez de la medicación que tomo hoy, tendré argumentos para negarme.
Muchísimas gracias!!!
Saludos desde Sudamérica ????
Felicitaciones al equipo de profesionales que informa y protege la Salud ciudadana en forma incansable.
Bendiciones para ellos y Miguel Jara.
Desde Estocolmo. Magdalena