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Quieren obligar a vacunarse a los sanitarios pese a las evidentes limitaciones de las vacunas Covid-19

Existe una corriente que intenta que los profesionales sanitarios se vacunen para prevenir la Covid-19. Se basan en la idea de que así no infectarán a sus pacientes. Pero hoy por hoy no sabemos si esas vacunas evitan la transmisión de los actuales coronavirus. Por tanto, la citada es una de las estrategias de salud pública más estúpidas que existen. Lo que se pretende es la promoción de estas inmunizaciones entre la población, muy influida por lo que hagan los profesionales de la sanidad. Y se hace sin datos científicos que lo avalen.

Al nos han llegado en las últimas semanas varias consultas de sanitarios o personal de residencias de mayores que han recibido ciertas presiones para vacunarse de la Covid. La velocidad con las que se han hecho las vacunas, el miedo a sus efectos secundarios, los movimientos codiciosos y especulativos de algunos de sus fabricantes y otras razones están provocando reticencias en la población a usar esos productos.

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Por eso desde determinados sectores está utilizándose a los sanitarios y otros trabajadores de la salud. Se trata de intentar obligarles a vacunarse (hoy vacunarse sigue siendo voluntario) para que «den ejemplo» ante la población e intentar así vencer esas reticencias.

Como cuentan los médicos y profesionales de la salud de la asociación No Gracias, existen propuestas varias para imponer la vacunación obligatoria contra la Covid-19, de la población y especialmente de los trabajadores sanitarios y sociosanitarios (para evitar que contagien a sus pacientes).

La cuestión que se plantea es científica y ética porque no sabemos si las vacunas evitarán el contagio al cortar la transmisión (y por tanto tampoco sabemos si producirán inmunidad de rebaño/poblacional).

Es decir, carece de sentido el argumento tantas veces visto o escuchado de que hay que vacunarse porque así nos protegemos no sólo a nosotros mismos sino a toda la sociedad. Si no va a haber inmunidad de rebaño, si la población no se ve beneficiada de que nosotros nos vacunemos, vacunarse no es un acto «solidario».

Carece también de lógica y fundamento científico pues exigir la vacunación obligatoria contra los actuales coronavirus en general y en casos concretos como personal sanitario y sociosanitario en centros de salud y hospitales o en residencias de ancianos.

Para poder vacunarnos necesitamos TODA la información pero por las prisas propias de la situación y la ideosincrasia de la investigación biomédica -en manos de grandes corporaciones que trabajan sin transparencia-, hoy no sabemos ni las cosas más elementales sobre estas inmunizaciones.

No conocemos si sólo evitan la enfermedad o si además evitan el infectarse uno mismo y el contagiar a otros. Para evitar la enfermedad las vacunas Covid tienen que producir inmunidad sistémica en los vacunados. Para evitar además la infección y el contagio, deberían producir inmunidad en las mucosas respiratorias, para que el nuevo coronavirus (SARS-CoV-2) no pueda ni alojarse ni reproducirse en las mismas.

La propia Organización Mundial de la Salud (OMS) lo dice:

No sabemos si la vacuna Covid-19 previene la infección y protege contra la transmisión ulterior. La inmunidad persiste durante varios meses, pero aún no se conoce su duración exacta. Se están estudiando estas importantes cuestiones».

Para añadir que debemos actuar como si la vacuna sirviera de poco:

Mientras tanto debemos mantener las medidas de salud pública que funcionan: mascarillas, distancia física, lavado de manos, higiene respiratoria y de la tos, evitar las aglomeraciones y asegurar una buena ventilación».

Se está fiando todo a las vacunas calificándolas de «solución» para la enfermedad (al parecer el 97% de los médicos españoles así lo piensa) pero existen más dudas e incógnitas que certezas en torno a ellas. No podemos afirmar que la vacuna contra el coronavirus evitará la transmisión hasta que tengamos datos firme que lo demuestren. ¿No se supone que es lo que afirma la Medicina Basada en la Evidencia (MBE), que en teoría practican todo esos médicos?

Existe un peligro añadido. Está en juego la credibilidad de las vacunas. Lo peor que puede ocurrirle a los sistemas de vacunaciones es que se le diga a la población (mundial en pandemia) que las vacunas hacen algo que luego el tiempo se encargue de documentar que no sucede. Esto haría perder la confianza del público en estos tratamientos, como ya ocurre con la de la gripe, que apenas el 30% de los profesionales sanitarios se inmunizan con ella.

En la comunicación sobre vacunas hay que ser totalmente honestos sobre sus beneficios, riesgos y limitaciones y esto, por lo general no está haciéndose con las vacunas Covid-19.

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Un comentario

  1. Hola Miguel. Como me temo que de una i otra forma, tendremos que «pasar por el aro». En el tema de la vacunación. Pues aunque no sea obligatoria, ejercerán presión en modo de restricciones a los no vacunados.
    Personalmente me preocupa más el impacto químico de las sustancias contenidas en las vacunas, que su aún no demostrado, efecto terapéutico.
    En este sentido, recomiendo que unos días antes y una semana después de la administración de las 2 dosis. La toma del glutation, dado que este antioxidante, puede ayudarnos a limpiar nuestro organismo de sustancias tóxicas, sin interferir en el efecto terapéutico. Y además, protegiendo hígado, riñones y otros órganos vitales, incluido el sistema nervioso.

    Un saludo.

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