¿Qué ha fallado para que las vacunas Covid no sean suficentemente efectivas?

Estamos pasando de la euforia del «las vacunas son la solución» al reconocimiento, al menos por parte de los sectores sanitarios críticos y honestos (que no «antivacunas», lo que tiene más valor) de que la efectividad de las vacunas Covid es menos relevante de lo esperado. ¿Qué ha fallado y (apenas) nos han contado?

En un artículo el médico de familia Rubén Roa argumenta:

Muchos se han preguntado en estos días porqué se necesita una dosis adicional. En realidad lo que está sucediendo es que los fabricantes y los gobiernos creyeron que las vacunas se comportarian igual que se comportaron en la fase 3 [última fase de los mismos antes de su comercialización y aplicación en masa].

Pero en la fase 3 la mayoría de las personas eran voluntarios sanos en el contexto de un ensayo clínico controlado, y con una variante distinta a la delta que hoy predomina, y claro está la vida real es un poco más complicada».

El también médico y argentino Gonzalo Moyano, médico epidemiólogo especialista en Bioética, cree que el problema empieza por naturalizar esa «creencia»:

Ni los fabricantes ‘creen’ eso ni los gobiernos pueden actuar creyendo eso», opina.

Es cierto, los gobiernos han actuado sin la debida ciencia, acribillados por el miedo de la población, en parte azuzado por los medios de comunicación masivos y por las presiones comerciales de los mercaderes de tratamientos y sus «vendedores de humo del ámbito médico».

Se ha actuado de manera atropellada, lo importante era sacar al mercado unas vacunas, las que fueran, sin las debidas comprobaciones, que eso lleva tiempo. Sin escarbar en la literatura científica por si hubieran ya otros tratamientos que ofrecieran ciertas garantías de que podrían valer para atajar los contagios.

Al menos, que sirvieran para comenzar investigaciones (ahora sí que está ocurriendo, las farmacéuticas empiezan a ofrecer otras alternativas medicamentosas, incluso lo hace alguna de las que venden sus poco efectivas vacunas Covid).

Como explica Roa, «es obvio que las previsiones iniciales fueron optimistas, tampoco había razones para ser pesimista, aunque sí para ser cautos sobre un virus que hace dos años no conocíamos y sobre el que, en realidad todavía estamos todos aprendiendo».

Las nuevas tecnologías como las vacunas de ARNm [Pfizer y Moderna], no están mostrando ser mejores que las viejas tecnologías de vectores virales o virus inactivados (…) Desmintiendo así lo que los estudios iniciales de fase 3 auguraban. No es buena noticia para algunos pero es lo que hay», comenta.

Es decir, ha sucedido lo que estaba anunciado, que las pruebas de estos productos se precipitaron a mayor gloria de los gobiernos y fabricantes.

Los primeros querían quedar bien ante la ciudadanía que clamaba por los remedios y los segundos estaban encantados del marketing del miedo producido porque les ofrece enormes dividendos para sus accionistas, como ha ocurrido (y seguirá ocurriendo porque todo apunta a que estas vacunas se incorporarán a los calendarios de vacunaciones anuales).

La clave está en la disminución, a través del tiempo, del número de anticuerpos en la población general. Varios estudios están encontrando una disminución de los anticuerpos y un incremento del número de infecciones después de los 6 a 9 meses de aplicada la segunda dosis.

Esto es algo que explicamos y documentamos hace unos días en el post titulado Vacunas Covid: No previenen la infección ni detienen la transmisión viral.

Estas vacunas no pueden calificarse de fallidas porque, según Roa,

están demostrando ser muy efectivas para disminuir los casos graves y la mortalidad».

Pero desde luego no son «la solución», como nos vendieron y están lejos de lo que ha de exigírsele a una vacuna y es que como mínimo, te proteja contra la infección e impida su transmisión, todo con un alto porcentaje de efectividad y seguridad.

Sobre esto último Moyano lo explica así:

Las condiciones de vida de las personas son las que hacen que sean vulnerables y entonces se requerirá, quizás, vacunas, dependiendo de la situación que genere esto. Y encima si uno señala, aparte de esto, los posibles efectos colaterales de las mismas, enseguida se dice que uno es un anti vacunas.

Pero se oculta que hay muertos por colaterales de estas vacunas. Y no sabemos cuántos son efectivamente, además de pensar que puede haber en el futuro muchos más, porque estamos viendo efectos a corto plazo, no a largo plazo».

La reciente advertencia de la Organización Mundial de la Salud (OMS), de que Europa está sufriendo un punto crítico de rebrote de la pandemia, permite al analista y médico jubilado Juan Gérvas, ofrecer variables que pueden causar la situación, entre las que no descarta la propia vacunación.

No sólo porque la destinada a la Covid-19, como la de la gripe, no comporta inmunidad de grupo, sino porque tampoco asegura que el vacunado no vaya a infectarse.