¿Qué está ocurriendo con el oscuro negocio de los fármacos para dejar de fumar?
Si hace unos días analizábamos el Recigarum (citisiniclina), el segundo fármaco para dejar de fumar que financia la sanidad pública en España, hoy NO lo vamos a hacer con el primero que se financió: Todacitan (citisina). ¿Por qué no lo vamos a hacer? Porque ¡son prácticamente lo mismo!
La principal diferencia, en comparación con Todacitan, es que Recigarum se presenta en forma de blíster estandarizado para seguir la posología. Poco más. De hecho, como reconocen sus promotores:
el principio activo de Recigarum es el mismo que el del Todacitan
Noa Rey, del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT).
Y entonces, ¿donde está la gracia de este texto? La gracia está en que estos son los dos medicamentos para dejar de fumar que hay financiados (con condiciones) por la sanidad pública, tras la debacle de los dos anteriores que prometieron las maravillas que ahora prometen los promotores de estos gemelos.
Ya nos explicará alguien porqué sin son iguales estos dos fármacos no se financia solo uno de ellos.
Pero, entonces, ¿cuáles fueron los dos anteriores y qué suerte corrieron? Pues la farmacéutica Pfizer tuvo que suspender en julio de 2021 la venta de su fármaco Champix (vareniclina) al descubrir que contenía niveles de las tóxicas nitrosaminas más elevados de lo aceptable. Estos compuestos químicos pueden provocar cáncer (como el tabaco vaya).
Es un tratamiento que arrastraba polémica también por sus graves efectos secundarios. En este blog lo hemos publicado desde el mismo año 2008, cuando comenzamos.
Entonces ya explicábamos que la campaña de publicidad que se estaba haciendo sobre Champix era de dudosa legalidad.
Pfizer promovió Champix para los fumadores que quieren ayuda para dejar de serlo cuando estaba cuestionado por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS).
Esta, en una de sus notas, informó, al poco tiempo de salir al mercado el tratamiento, de la relación entre el consumo de este fármaco y la aparición de
síntomas depresivos, que incluían ideación/comportamiento suicida, en pacientes que recibían tratamiento con vareniclina».
Unos años después, la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) hizo otro estudio y concluyó
que los beneficios que aporta el medicamento para dejar de fumar siguen compensando el ligero aumento observado de reacciones adversas cardiovasculares«.
Y así, continuaron las advertencias sobre sus peligros. Lo de las nitrosaminas fue la puntilla. Y ¿cuál fue el otro fármaco para la deshabituación tabáquica defenestrado? Pues Zyntabac (bupropion). En realidad este fármaco es un antidepresivo, que fue autorizado por la FDA, la agencia de medicamentos de USA, en diciembre de 1985, pero que fue retirado del mercado debido a la detección de cuadros convulsivos relacionados con el medicamento.
Años más tarde se reintrodujo en el mercado para dejar de fumar. Es un tratamiento que lleva años en la lista de los que no deberían estar en las farmacias, según el mejor boletín sobre medicamentos del mundo, la revista francesa Prescrire. Ofrece reacciones adversas como psicosis, paranoia o ansiedad, entre otros problemas mentales.
Zyntabac desapareció de las farmacias por problemas de distribución, aunque después se vio que ocurría lo mismo que con Champix, que contenía la misma sustancia potencialmente cancerígena.
Por cierto, que la persona que cito arriba, Rey, no nos deja tranquilos con otras declaraciones suyas en prensa:
El Champix parece que se basó en la molécula de citisina para extraer la vareniclina. Todacitan funciona prácticamente igual que Champix e incluso los pacientes afirman que tiene menos efectos secundarios y es bastante efectivo”. En la misma línea, Rey afirma que Champix es “como un primo lejano de Todacitan“.
Pues vaya, ¿de tal palo tal astilla? Esperemos que los efectos secundarios sean verdaderamente menos y más leves porque siendo prácticamente iguales ambos tratamientos…