La epidemia silenciosa de las benzodiacepinas entre sanitarios (y resto de población, claro)
Llevo años investigando y denunciando en este blog los peligros ocultos tras el uso -y abuso- de los fármacos benzodiacepinas. Hoy quiero poner el foco en un colectivo especialmente vulnerable: los profesionales sanitarios. Paradójicamente, quienes tienen en sus manos la salud de todos, están siendo víctimas de una epidemia silenciosa de insomnio, ansiedad y, como vía de escape, del consumo de psicofármacos.
Y lo más preocupante: muchos lo hacen sin control médico, recurriendo a la automedicación y a la falsa sensación de “control” que da el conocimiento técnico.
Según datos recientes, hasta un 30% de los sanitarios consume psicofármacos, y entre ellos, las benzodiacepinas ocupan un lugar destacado. De ese grupo, entre un 25 y un 30% lo hace sin ningún tipo de supervisión médica.
El acceso fácil a estos fármacos, unido a la sobrecarga asistencial, los turnos interminables y la cronificación del insomnio, ha creado el caldo de cultivo perfecto para una dependencia que no solo no resuelve el problema, sino que lo agrava y multiplica sus riesgos.

El insomnio estructural del sistema sanitario
No hablamos aquí de una dificultad puntual para dormir, sino de una privación crónica de descanso, provocada por condiciones laborales inhumanas: guardias de 24 horas, turnos rotatorios, presión asistencial y estrés acumulado.
El sueño, ese pilar básico de la salud, se ha convertido en un lujo para médicos y enfermeros. Más del 60% de los trabajadores hospitalarios duerme menos de seis horas en días laborales, según estudios recientes (lo tenéis en el primer enlace que he puesto).
Este déficit de sueño no solo afecta a la salud física -aumentando el riesgo de hipertensión, diabetes, infartos, obesidad e incluso cáncer-, sino que mina la salud mental y la capacidad cognitiva, poniendo en riesgo la vida de los pacientes y la de los propios profesionales.
Acordaos de lo que publiqué hace dos días: Condena histórica por negligencia médica en Galicia, el precio de un error en el quirófano.
Benzodiacepinas: de solución a trampa mortal
Las benzodiacepinas se recetan, en teoría, para el tratamiento puntual de la ansiedad, el insomnio o las crisis convulsivas. Pero la realidad es bien distinta. Como he documentado en numerosas ocasiones, su uso excesivo y prolongado conlleva riesgos gravísimos: tolerancia, dependencia, síndrome de abstinencia, deterioro cognitivo, caídas, accidentes y, en los casos más extremos, la muerte por sobredosis.
En España, como en otros países occidentales, las benzodiacepinas figuran entre los medicamentos psicotrópicos más prescritos. En Estados Unidos, por ejemplo, ¡en 2012! se firmaron 37,6 recetas de benzodiacepinas por cada 100 habitantes.
Medicamentos como el alprazolam, el clonazepam y el lorazepam están en el top ten de los psicofármacos más consumidos. Y, como advertía Robert Whitaker en su libro “Anatomía de una epidemia”, el marketing farmacéutico ha obrado el milagro de adaptar la enfermedad al tratamiento, y no al revés.
Uno de los daños más documentados -y menos reconocidos- del uso crónico de benzodiacepinas es el deterioro cognitivo. Fallos de memoria, enlentecimiento del pensamiento, dificultades para la concentración y, a largo plazo, un mayor riesgo de desarrollar demencia.
¿Cómo puede un sistema sanitario permitirse que quienes deben tomar decisiones críticas estén bajo los efectos de fármacos que entorpecen su capacidad mental?
A esto se suman mayores tasas de ansiedad, depresión y un aumento del riesgo suicida. La paradoja es sangrante: quienes más conocen los efectos secundarios de estos fármacos son quienes más los consumen, y quienes más difícil tienen reconocer que han caído en la trampa de la dependencia.

El síndrome de abstinencia: una cárcel invisible
La dependencia de las benzodiacepinas no es solo física, sino también psicológica. El síndrome de abstinencia puede ser devastador: insomnio de rebote, ansiedad extrema, temblores, convulsiones y, en casos graves, riesgo vital.
Como ya expliqué en el caso del Myolastan (tetrazepam), retirado del mercado tras años de uso indiscriminado, la retirada de estos medicamentos debe hacerse de forma lenta y controlada, bajo supervisión médica, para evitar daños mayores (lo encontráis en el último enlace que he añadido).
También es interesante citar algo del marco legal que rodea a las benzodiacepinas, pues por su potencial de abuso y dependencia, están sometidas a un estricto control legal en España y en la mayoría de países desarrollados.
Se encuentran incluidas en la Lista IV del anexo 1 del Real Decreto 2829/1977, que regula las sustancias y preparados medicinales psicotrópicos, así como la fiscalización e inspección de su fabricación, distribución, prescripción y dispensación.
Además, la Ley del Medicamento de 1990 y el Código Penal español castigan el suministro o dispensación de estos medicamentos sin cumplir con las formalidades legales, con penas de multa e inhabilitación profesional.
El Convenio de las Naciones Unidas sobre Sustancias Psicotrópicas, ratificado por España, obliga a los Estados a establecer medidas de control efectivas para evitar el tráfico y consumo ilícito de estas sustancias.
En la práctica, esto implica que toda prescripción debe realizarse mediante receta médica especial, y cualquier desviación -como la automedicación o el acceso sin control- constituye una infracción grave, con consecuencias legales y éticas.
La responsabilidad de las instituciones y la necesidad de un cambio
No podemos seguir mirando hacia otro lado. El abuso de benzodiacepinas entre sanitarios no es solo un problema individual, sino estructural. Requiere un abordaje institucional, con medidas que garanticen el descanso real tras las guardias, la formación en higiene del sueño, el seguimiento psicológico y la implantación de protocolos que eviten el abuso de psicofármacos.
No basta con recomendar ejercicio o evitar el café: hay que rediseñar los turnos, reducir la presión asistencial y ofrecer alternativas reales al consumo de fármacos.
Desde el despacho Miguel Jara & Abogados llevamos años asesorando y defendiendo a víctimas de daños por medicamentos, incluidos los derivados del uso y abuso de benzodiacepinas. Si eres profesional sanitario y te encuentras atrapado en esta situación -o si has sufrido daños por la prescripción inadecuada de estos fármacos-, tienes derechos y vías legales para reclamar.
El marco legal español es claro: la dispensación de benzodiacepinas está regulada y cualquier desviación puede ser objeto de sanción. Si has sido víctima de una prescripción irresponsable, de falta de información sobre los riesgos, o de una retirada brusca que te ha provocado daños, podemos ayudarte a reclamar.
La jurisprudencia reconoce el derecho de los pacientes a recibir información veraz y completa sobre los riesgos de los medicamentos, y la obligación de los profesionales y las instituciones de garantizar un uso seguro y responsable.